...día 17... nubLadO i meLancÓlico...

Aquí sentada en el techo de tu casa, donde puedo ver el cielo claro azul, junto a mi peluche favorito y ese te chaí que me relaja tanto…Descalza, como siempre he querido andar por las calles, por el mundo en general, y tú con el enorme empeño de atarme a la superficialidad de los zapatos, con mi falda para que no me calor, pero si el frio se empeña en regresar, cargo mi chamarra verde, ya sabes siempre es bueno prevenir…Me siento relajada, puedo oler el viento y tocarlo con mis brazos y mi nariz, comienzo a sentir la verdadera libertad, y mi mente divaga sobre la forma de las nubes, sobre la mortalidad de la tarde que está a punto de morir con la llegada del atardecer y posteriormente de la noche…Aquí sentada, puedo pensar, en que cosa? Es lo de menos, siempre es bueno pensar, aunque no se piense la gran cosa, el punto es pasar el tiempo y poder sentirse meditabundo por un segundo…Quisiera tener una libreta, pero a veces eso de atarme a una libreta no es lo mío, quizás te haga caso y compre aunque sea una grabadora para hablar lo que pienso y después plasmarlo en un papel, sin que se me olviden los detalles, pero de cualquier manera sigo creyendo que no hay nada como dejar escapar la inspiración y que ésta regrese cuando lo considere necesario…Te he dado tanto y me has dado tanto, que a veces quisiera que nos lo hubiéramos dado, pero de a poquito en poquito, así tal cual como me gusta tomarme mi te chaí, sorbo a sorbo, así como tranquilamente abrazo a mi suavecito “Anselmo”, así como disfruto de los pasos que he dado descalza por el piso de tu casa y si pudiera pedir un deseo aquí sentada, pediría sin duda revivir la catarsis de nuestro primer beso, comérmelo de a poquito, como una galleta que cortas a pedazos y te la llevas a la boca, nunca un beso fue tan mágico y poderoso, tanto así que pareciera que nos unió por siempre…Lo extraño ahora es que nos cuesta trabajo permanecer en el mismo espacio, pero es por eso que ese momento es único e irrepetible, querías, ansiabas, deseabas, estar ahí…tal cual como lo quería, ansiaba y deseaba yo…Aún no hemos dicho el último adiós, pero siento como te alejas lentamente, casi casi como cuando nos besamos esa primera vez y el tiempo parecía correr de una forma extrañamente lenta…Y si tuviera la fortuna de pedir un último deseo, este sería volverte a ver sonreír, porque sin duda, tu sonrisa es lo más hermoso que he visto en los últimos años de mi vida, una sonrisa que me acompañara por siempre y que irónicamente siempre me hará derramar una lagrima por tu ausencia…Gracias por dejarme sentarme en el techo de tu casa, por prepararme mi te chaí, por traer a mi vida a “Anselmo” y “Valentino”, por ayudarme a ponerme la ropa que siempre quise, nunca obviamente por no dejarme andar descalza, pero gracias por ayudarme a ver el azul del cielo y encontrarle formas a las nubes, por inspirarme por largo tiempo, por creer en mí a pesar de mis issues mentales, por darme esperanza, pero por sobre todas las cosas por besarme y sonreírme como nadie lo había hecho…
Es momento de bajar de ese techo que me cobijo por tantas noches y tantos días, que me hizo reir y llorar, que me ayudo a descubrir lo que realmente soy aunque eso implicara sacar la peor parte de lo que siempre he sido…Y me voy porque quisiera abrazarte, a tal grado que nunca quisieras alejarte…de tal manera que nunca nos dijéramos adiós…