jueves, diciembre 17, 2009

Necesito tiempo para sanar

La mayorìa del tiempo, he dedicado este espacio para narrar algunos sucesos de mi vida, quizàs esperando que una parte de ellos me recuerde porque ahora pienso como pienso y actùo como actùo...En esta ocasiòn prefiero hacer caso omiso de lo que acontece en mi vida, probablemente para no sumergirme en pensamientos profundos que me tiren en la cama por largos dìas...Hoy, plasmarè las ideas vagas que se aproximen a las delgadas lìneas que entretejen mi imaginaciòn, me sumergirè en las profundidades de mi psique tratando de recabar los trozos de aquella niña que jugaba a las princesas, que creìa en los mundos màgicos y que se deleitaba entre sueños con sus amigos imaginarios...

Los acordes de una melodìa podìa escucharse desde su ventana, la niña que pasaba largas horas observando el mundo desde los lìmitados entrepaños de aquella ventana vieja y polvorosa se perdìa en un mundo paralelo y un tanto màgico a cada paso del sonido que viajaba entre las ondas sonoras del viento...Sabìa que aquel hombre al que veìa todas las tardes y que solìa recorrer los alrededores de su enorme jardìn, mientras fumaba un habano y miraba al cielo como perdido en sus pensamientos, ahora se encontraba sentado frente a un piano, quizàs enorme y rodeado de hojas pautadas desordenadas, tocando para ella una sinfonìa melancòlica que inclusive le robaba una que otra làgrima...Esa niña que ha sido privada del mundo, esperando todas las tardes de su vida la rutina de aquel hombre canoso y con olor a madera, recordando que los jueves por la tarde, su rutina serìa interrumpida por una nueva, la de tocar un par de horas aquel piano que la niña imaginaba y que tanto hubiese deseado ver e incluso porque no postrar sus dedos en èl con la esperanza de producir aunque sea un sonido agradable...

Una tarde de abril, la rutina dejo de ser la misma, la niña se veìa sorprendida por la inesperada desapariciòn de aquel hombre al que disfrutaba de ver por su ventana, sentìa un hueco en el estòmago y algo extraño e inexplicable que le helaba el cuerpo y le hacìa correr por uno de esos sùeteres con olor a hùmedo, sin embargo esperaba que por lo menos pudiese volver a escuchar los armònicos sonidos del piano viejo...La desiluciòn llegò como una ràfaga de viento que se lo lleva todo de un sòlo tajo, aquellas melodìas que la acompañaban por las tardes cesaron para siempre, nisiquiera se podìa pensar que la niña habìa sido privada de la capacidad de escuchar, lo menciono porque en una ataque desesperado, rompiò las reglas y corriò a encender aquel radio del abuelo que tanto tiempo le fue negado tan siquiera mirar, esperando con menos dolor darse cuenta que sòlo se trataba de una sordera momentanea pero nunca el hecho de que aquel hombre habìa dejado de tocar sòlo para ella...

Durante largo tiempo de espera, toda ilusiòn posible muriò en el corazòn de aquella niña, quien hoy yace en algùn campo santo, quizàs danzando con los acordes de lo que alguna vez la acompaño en sus tardes mirando al mundo...Probablemente el verdadero final de esta historia no sea como todos los cuentos de hadas o de princesas, pero sin duda es el final que se espera para la vida limitada de un ser que conociò la sonrisa a travès de los cristales rotos de un ventanal viejo...

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