Dicen que las renconciliaciones siempre son buenas...Cuantas veces no hemos escuchado esa frase de: "lo mejor de las peleas siempre es la reconciliación"...Las reconciliaciones van desde el típico ramo de flores, del cual se dice que cuanto más grande sea el ramo, equivale al tamaño de la culpa; o que tal el automovil lleno de post-its con frases de "perdoname" "fue tonto pero viniendo de mi no me sorprende", o que tal el sexo desenfrenado que concluye normalmente con un buen orgasmo y en el mejor de los casos con un buen tabaco...En fin las renconciliaciones tiene como objetivo el acto de dar paso a lo siguiente, es decir, darle la vuelta a la hoja y con una gran sonrisa en la cara y enorme satisfacción se pretende continuar sin el afán de volver una y otra vez al origen del conflicto...
Las reconciliaciones dan esa sensación de que todo esta en calma y nos da un montón de motivos para sonreír y mostrarle al mundo cuan feliz nos encontramos porque estamos "recién reconciliados", porque eso si, la renconciliación es un acto tan noble que no solamente hace sentir bien al que busca el perdón infinito, sino a aquel que recibe toda clase de actos que buscan finalmente la Reconciliación.
Pero hay algo que me da vuelta en la cabeza por estos días y que tiene que ver con este tema: Que pasa cuando se busca la reconciliación con uno mismo, que clase de actos o regalos se aceptan de uno a uno para llegar a esa paz y a esa sonrisa sincera de "estoy bien conmigo mismo"...Casi estoy segura que la reconciliación con uno mismo es mas placentero que una buena orden de "sopitos" después de estar lejos de tu tierra por harto rato...Es un acto de fe infinita y una tarea sin duda sumamente compleja...
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